14:1 El hombre, nacido de mujer, es corto de días y lleno de tensiones.
14:2 Brota como una flor y se marchita; huye como una sombra y no se detiene.
14:3 ¿Sobre uno así abres tus ojos, y lo traes a juicio contigo?
14:4 ¿Quién puede sacar lo limpio de lo impuro? ¡Nadie!
14:5 Ciertamente sus días están determinados, y el número de sus meses depende de ti. Tú le has fijado sus límites, los cuales no podrá traspasar.
14:6 Aparta de él tu mirada, y que descanse hasta que, cual un jornalero, haya disfrutado su día.
14:7 Porque para el árbol hay esperanza; si es cortado, se renovará, y su retoño no dejará de ser.
14:8 Aunque su raíz se envejece en la tierra y su tronco muere en el suelo,
14:9 al percibir el agua reverdecerá y echará ramas como planta.
14:10 Pero el hombre muere y desaparece; el hombre expira, ¿y dónde estará?
14:11 Se agotan las aguas de un lago, y un río mengua y se seca;
14:12 así yace el hombre y no se vuelve a levantar. Hasta que no haya más cielos, no lo despertarán, ni lo levantarán de su sueño.
14:13 ¡Cómo quisiera que me escondieses en el Seol, que me encubrieses hasta que se apaciguara tu furor y que fijases un plazo para acordarte de mí!
14:14 Si el hombre muere, ¿volverá a vivir? Todos los días de mi milicia esperaré hasta que llegue mi relevo.
14:15 Entonces llamarás, y yo te responderé. Añorarás la obra de tus manos.
14:16 Porque ahora me cuentas los pasos, y no das tregua a mi pecado.
14:17 Mi transgresión tienes sellada en una bolsa y recubres mi iniquidad.
14:18 Sin embargo, la montaña cae y se deshace, y la peña es removida de su lugar.
14:19 Las aguas desgastan las piedras, y su crecida arrastra el polvo de la tierra; así haces perecer la esperanza del hombre.
14:20 Para siempre prevaleces contra él, hasta que se va; desfiguras su rostro y lo despides.
14:21 Si sus hijos alcanzan honra, él no lo sabrá. Y si llegan a ser empequeñecidos, él no lo comprenderá.
14:22 Su cuerpo le da sólo dolores, y su alma hace duelo por él.
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